4 de novembre del 2011

Cap. 6 Dudas e incertidumbres.

Si nuestras relaciones pudieran compararse con los molinos, diríamos que nos dedicamos a dar vueltas unos sobre otros siempre en el mismo rumbo y jamás alcanzandonos.

Lo cierto es que nunca sentí que alcanzase gran cosa de los demás, sobretodo ultimamente, en este mundo de gente a medio conocer, personas que apenas dan una pincelada por nuestras vidas y se marchan tal cual llegaron sin dejar un rastro para poder encontrarlas.
Quizás el amor entre nosotros se ha ido de vacaciones, o quizás lo perdimos para siempre y ahora nuestras cenas están llenas de silencios incómodos, de miradas que no se encuentran y de pensamientos tan dispares que son incapaces de unirse ni aún queriéndolo.
Echo de menos aquellos tiempos en los que solo se tenia ganas de estar en la calle con los amigos, aunque ya no hubiera nada más que contarse, cualquier cosa era mejor que estar en casa.
 
Adoramos esas películas en las que un chico/a se sube a un autobús y de golpe un desconocido/a se sienta a su lado y le pregunta algo sobre el periódico para luego decirle que en realidad solo quería empezar una conversacion con el/ella, y lo adoramos porque deseamos que nos ocurra, deseamos que alguien muestre interés en nosotros. 
Yo también lo deseo.

Sin embargo dejamos que las personas entren en nuestras vidas y se marchen por la puerta grande y si quieren sin despedirse, ¿por qué?, ¿por qué no alargamos la mano y les cogemos del brazo?, ¿por qué no decimos: por favor quedate un poco más?...





 
¿Tanto miedo tenemos de querernos?

9 d’octubre del 2011

Cap. 5 Montaña rusa.

En muchas ocasiones vemos como nuestra vida se escapa entre nuestros dedos, como si de granitos de arena diminutos se tratase, como si cada segundo vivido fuera una gota de agua resbalando por un enorme vaso que intentamos llenar con gran esmero.
Cuando fracasamos, cuando nos cansamos y simplemente nos rendimos, ¿donde van a parar todos los granitos amontonados o todas aquellas gotas desprendidas? Por favor, si lo sabes dímelo.

Nunca solemos recordar con claridad aquellos intervalos temporales entre las cosas que creemos importantes para nosotros, sin embargo jamas olvidamos aquella sonrisa, aquella frase dolorosa, aquel beso eterno, aquel abrazo caluroso, aquel llanto desesperado, ni aquel amor incalcanzable.
De esta manera puedo decir que jamás lograré olvidar los días en los que, como hoy, me he sentido totalmente perdida en un camino que había escogido, y es que muchas veces aún cuando decidimos el rumbo nuestra vela ondea con golpes de viento que no esperábamos y es así como llegamos a cuestionarnos si elegimos bien.

Pero, ¿de que tenemos tanto miedo?, ¿de que tengo tanto miedo?
¿De sentir?
¿De desprenderme de esta pesada armadura?
Posiblemente.

Creo que pagaría por tener a alguien contratado que en cuanto me sintiera algo mal viniera a abrazarme, en serio, si fuera rica lo inventaría.
¿Por qué es tan difícil simplemente disfrutar de la vida? Una se siente tan ridícula cuando no sabe como sobrevivir a si misma, cuando se da cuenta de que pone demasiada atención en sus propios movimientos y que jamás descarta un momento para criticarse aquello en lo que se equivoca.
Pero, ¿y si de repente sonase una canción que hiciera que el alma volviera a ponerse en pie?
No necesita ser una canción perfecta, quizás incluso sin letra, tampoco tiene que ser una canción con mucho ritmo, puede ser incluso una repetición de un sonido, solo una canción que me despierte.

Me vale con que tan solo la tararees, me vale incluso con un abrazo tuyo.

6 d’octubre del 2011

Cap. 4 Esto no es vida.

Me pregunto cuantas veces somos capaces de sentirnos inútiles.
Quizás por una llamada que no nos llega, por un rechazo en un trabajo, por unas palabras que no logramos decir...
¿Y cuanto cansancio somos capaces de acumular? ¿Siempre tendremos tantas dudas?

Había caminado tanto esta tarde que al llegar a casa había dejado de sentir mis piernas, pero mi cabeza iba a mil por hora y no podía dejar de pensar en esas preguntas.
Tras mirar pateticamente mi móvil por tercera vez desde que entre por la puerta me di cuenta de que eso era ridículo, me di cuenta de que nadie puede vivir constantemente alerta, quizás solo porque cuando uno no necesita estarlo ya no puede cambiar el chip y puede romper cosas que no debe.

Estoy algo cansada de escuchar esas típicas frases de mierda que suelen decir:
- Si tienes que tener ese puesto, te llamaran cuando menos te lo esperes.
- Si tiene que ser para ti, volverá.
- Deja esto fluir, seguro que te sorprendes viendo lo que pasa.

Pero dios mio, si ese puesto es mio me habrían llamado cuanto antes.
Si alguien te quiere no necesita volver, simplemente se queda allí.
Y una no puede sorprenderse con lo que pase si no se dedica a construir un poco el camino.

Y entonces es cuando decidimos que hemos tenido bastante y que nos toca ser felices, miramos a nuestro alrededor y si en tu caso estas en la habitación como yo, empiezas a pensar que quieres cambiar cosas, que quizás haces un cambio de look y que mañana vas a empezar con una nueva manera de pensar, pues...
¿sabes que te digo?

Que tienes mi apoyo y que voy a hacer lo mismo.

26 de setembre del 2011

Cap.3 De valores perdidos.

La mirada vacia de aquellos ojos que nos cruzamos al caminar por la calle me invitan a imaginarme la vida de esas personas, quizás tengan mujer y hijos, quizás sean aventureros que no dejan de viajar de un lugar a otro, quizás viven solos en este mundo tan grande, quizás hayan sufrido o quizás rebosen de felicidad.

Y en ese camino me encuentro con un hombre, rie y me saluda en arabe, le digo que no le entiendo y aún rie más fuerte y me dice que por un momento penso que era armenia. Caminamos un poco juntos y hablamos de la vida, me pregunta si estudio y trato de explicarle de que va mi carrera, me mira serio y me dice:
- Tus estudios van sobre las personas, entonces debes hacer algo por las personas.
Y yo solo puedo sonreirle y asentir recordando la conferencia de sociología de esta mañana y me pregunto si soy capaz de luchar tal cómo él me esta pidiendo.

Recuerdo un día que pasaba con mi mejor amiga en Barcelona, dando un paseo vimos como intentaban atracar a un señor extranjero y fuí corriendo hacia allí para ayudarle, no llego a ocurrir nada, sin embargo... ¿por que no hacian lo mismo las demás personas?, ¿a caso no estaban viendo lo mismo que yo?, ¿donde estaban esas personas tan humanitarias que proclaman libertad y paz?
Lo gracioso es que después de aquello solo podían murmurar que si había sido un tipo marroquí.
Pues señores y señoras, de esa gente que englobamos en marroquí cuando ni sabemos de que país proceden, hoy ha salido un hombre diciendome que debía hacer algo por las personas.


Me pregunto en que momento hemos dejado de querernos entre nosotros, en que momento sin querer cerramos esa puerta que nos dejaba salir a ayudar a los demás y sobretodo me pregunto por que "los demás" pasaron a ser solo aquellos que se ganaban nuestra confianza.


Desearía escribir otra cosa, pero supongo que mi indignación no me deja pensar en algo que no sean estas lineas.

25 de setembre del 2011

Cap. 2 Entre bombones, flores y demás.

De todas las situaciones que las personas hemos vivido, ¿seríamos capaces de dividirlas entre agradables y no agradables?

Bien, AGRADABLE es cuando nos despertamos y lo primero que vemos es a la persona a la que queremos, es cuando reconocen que nuestro trabajo esta bien hecho, cuando nos abrazan sin motivo (por supuesto alguien que queremos que nos abrace), es cuando recibimos un aplauso, cuando sonreímos a nuestro mejor amigo/a, cuando reímos por teléfono durante horas, cuando bailamos música lenta, cuando hacemos el tonto por la calle, cuando cantamos en la ducha, cuando nos lanzamos al agua del mar, cuando vemos un amanecer, cuando se hace de noche sin apenas darnos cuenta, cuando, cuando, cuando...



Pero todos tenemos claro que lo que NO es agradable es que nos hagan daño.



Y es aquí donde empezamos a cuestionar las cosas, donde nos ponemos ese freno que nos impide saltar al vacío guiándonos tan solo por nuestros sentimientos.

¿Y hasta que punto eso es saludable?

En estos días no he parado de escuchar que las mujeres nos hacemos una serie de preguntas cada vez que conocemos a un hombre:

- ¿Sabrá hacernos feliz?

- ¿Sabrá cuidar de mi?

- ¿Será capaz de ser fiel?

- ¿Es un buen padre para mis hijos?

Debo reconocer que ante la ultima pregunta me eche un poco para atrás y mientras miraba a mi amiga con la boca abierta, ella solo podía asentir lentamente dandome a entender que la idea no era tan descabellada.

Lo cierto es que no lo era.



¿Cuantas veces no nos hemos sentido en plan "no sé que estoy haciendo aquí"? No solo mujeres, a los hombres también les pasa, oh dios si les pasa... No podía evitar pensar en las historias que me había contado mi mejor amigo sobre algunas de sus ex y yo intentaba entrelazarlas con mis fracasos amorosos, no se distanciaban demasiado.

Por otro lado también es cierto que no creo que nadie pueda contestar con un SI a todas esas preguntas, de hecho ni yo misma podría contestarlas correctamente, simplemente porque somos humanos y porque si nos hacemos felices siempre querremos serlo más, siempre pensaremos que el vecino nos cuidaría mejor, la tentación siempre estará presente y aún cuando no caigamos en ella malpensaremos sin más y porque nuestro padre siempre nos educo mejor que tal como lo hace nuestro compañero/a de vida con nuestros hijos.



Quizás deberíamos hacer un casting en el que pusiéramos a prueba:

- conversación

- grado de diversión

- practica sexual

- nivel intelectual

- capacidad de amar

Mínima nota para ser aprobado un 7'5.
Ah si, los chulitos y señoritas puton mantengase al margen.



22 de setembre del 2011

Cap. 1 Emotion.

Reconozco que me había equivocado, realmente había hecho el idiota.
Y allí estaba yo, tirada en mitad de aquella carretera con un coche que se caia a trozos y mi dignidad y voluntad siguiendole los pasos.

Suelo ser una de esas personas que viven las cosas a flor  de piel, esto tiene dos consecuencias, una buena y una mala.
La buena es la valoración de los detalles, esos que a ojos de los demás pasan por alto.
La mala es la manera que tengo para afrontar las situaciones.

Así que en medio de aquel caos automovilístico yo me debatía entre llorar o hacer como si nada y abandonar aquel trasto allí mismo.
Pero actue diferente, me quedé allí y llamé a mis padres y al colgar pensé en la dificultad de aceptar nuestros propios errores, ya no podía decir "mamá me compró esta mierda de coche, por lo tanto es su culpa", si no que había sido yo.
Yo y mis errores.
Yo y mi poca experiencia.
Yo y mi mierda de coche.

Y sorprendentemente no lloré, no lo hice al apagar el coche, ni lo hice cuando se acercó un hombre del taller H a explicarme que le pasaba a mi super carro alado, ni tampoco lo hice mientras esperaba a mi padre y a un amigo que viniera a hacerme compañia.
¿Estaba yo allí? Creo que si.
¿Que ocurría entonces?

Fue entonces cuando me di cuenta del cambio, esto era un recibimiento a la nueva vida.
La vida de: elige solo, prueba solo, recibe solo.
Madurez.

Ni si quiera estaba enfadada, no podía, de hecho no podía pronunciar nada, creo que desconecté y si en aquel momento dos personas hubieran empezado una pelea física delante mio apenas me habría dado cuenta, incluso aunque los estubiese mirando no habría alcanzado ver que pasaba.
No quería correr a casa, tampoco no queria "no estar" y a la vez estaba en todas partes, esperaba que alguien viniera y dijera:
- Hey Tamara, ya esta. Has sacado un aprobado en esto. - Reir juntos y prepararme mejor para la proxima, pero eso no iba a ser así, esto no se trata de un cursillo vital, esto es la vida y era triste pensar que todo venia provocado por mi coche.
Pero cuidado, he dicho provocado, eso no significa que sea la razón de ese "colapso" mental.

¡Hay que ver como somos las personas! En momentos así somos egoistas y nos acordamos de aquel ex que en este momento habría estado aquí, dandonos cariño, amor y más tarde (¿por que no?) un ratito de sexo para el consuelo por el mal rato.
Bien, no había novio, ni mimos, ni amor, ni mucho menos habría sexo consolatorio, al menos no con mi ex.


No sé la cara que debía tener para que el mecánico de H volviera a aparecer ofrenciendome pasar a su sala de espera donde "tranquila, hay galletas, café, agua, revistas...", solo pude decir no y gracias, despues se dio la vuelta con su amplia sonrisa y yo me quedé pensando que necesitaba saber donde se escondian esos hombres tan amables para cazar a uno y llevarmelo a casa.

Porque las mujeres tenemos eso que nos impulsa a tirar del carro, pero que si tiran con nosotras se dan 2 situaciones:
1.- O bien siempre tiran hacia donde queremos y nos damos cuenta de que esa relación no nos lleva a ningun lado pues estamos saliendo con nosotras mismas y eso podemos hacerlo sin la necesidad de ser dos.
2.- O bien esa otra mitad nos sigue y corrige cuando debe, tomando sus decisiones para hacernos seguirle también de vez en cuando y haciendonos ver su EXISTENTE personalidad y si esto ocurre, señores y señoras, habremos encontrado a la persona adecuada.

Lo malo del punto 2 es cuando esa otra persona no para de empujar el carro en contradirección, porque es cuando desencadenamos la situacion que podriamos llamar: tontos/as que circulan en una espiral de dolor y cabezoneria regada minuciosamente por amor/odio.

Y en eso, disculpad, las mujeres somos jodidamente expertas.

11 de setembre del 2011

A veces no hacen falta las palabras.

Creo que cada gesto que hacemos es tan único como general, miradas, morderse los labios, mover la nariz.... Movimientos que nos definen y a la vez transmiten lo humanos que somos con todos esos tics incontenibles y lo predecibles que podremos llegar a ser con el tiempo.

Como esa pareja que al discutir de nuevo debido a la factura de la luz, discusión en la que el la acusará a ella de todas las maquinas innecesarias que mantiene enchufadas a la corriente y ella lo acusará de tener todo el día el maldito televisor encendido, el cerrará los puños en un acto de rabia y ella arqueará la ceja con toda la ironía que la caracteriza y finalmente el silencio llenara el salón y esa discusión solo será un eco lejano.

Pero lo sabían.

Ella sabía que el cerraría los puños por rabia y él sabía que ella se pondría irónica y arquearía la ceja.

Y sabían todo esto cómo yo sabía que aquel día sería el último que le vería, demasiado amor, demasiada atención y lejanía a la vez, pero sobretodo lo sabía porque él me había acariciado la rodilla.

Dicho de este modo suena a tontería, pero no lo era, ese gesto me había dicho en su escaso tiempo, que él no estaba interesado en mi, que todo aquello había sido un error y que esa sería la última vez que nos abrazaríamos en aquel jardín.

Así que hice lo único que podía hacer en una situación como esa, aprovecharla al máximo.

Un par de horas más tarde, el ya me había dejado y yo caminaba llorando por los callejones que llegaban a casa, era triste verme de aquel modo, cómo si fuera una muerta andante a quien le había abandonado lo que más anhelaba.

Pero, ¿era eso cierto?

Si, había luchado muchísimo por aquella persona, por todos los momentos vividos y había perdido cosas para no perderle a el en su lugar, pero, ¿era él lo que más anhelaba de verdad?

Recordé entonces una tarde de verano en la que habíamos salido a tomar algo, nada especial, tan solo un par de copas de helado sentados en una terraza cualquiera, pero fue entonces cuando vi aquella mirada (otra vez estos gestos que nos delatan), la mirada de quien se ha cansado de ver la misma cara todos los días de su vida.

- ¿Eres feliz? - me atreví a preguntarle.

- Ya estas con tus preguntas raras... - como siempre él intentaba esquivar esas preguntas.

- Responde.

- Estoy normal, ni feliz ni infeliz, podría tener un millón en el banco, una casa enorme y no tener que trabajar nunca más y quizás sería más feliz, pero yo que se... - deje de escucharle, lo que decía ya había respondido a mi pregunta.

Porque todo el mundo que ama sabe de corazón que lo que más anhelamos es ser correspondidos, amados de igual modo o simplemente anhelamos sinceridad desde el corazón.

Así que mientras llegaba a casa con la cara empapada de lágrimas me dí cuenta, que volvería a querer con más fuerza de nuevo, eso sí, esta vez atendiendo a todos los gestos y siendo sincera con sus significados.


24 de maig del 2011

Escalones.

Juro que cada día que pasa intento mirarte de una forma diferente, más simpatica, más común que ayer, más divertida, más cercana e incluso algunas veces te miro con odio, rabia y desesperación.
Pero al final de todo esto, solo queda mi mirada y me pregunto si tu te has dado cuenta de cada cambio producido.

Entonces rio y salgo a pasear y me doy cuenta de que años despues sigo en aquella ciudad que maldecí tanto y en la que me quedé por ti, simplemente por ti y no por el amor que tu me podías dar, un amor que aún no ha llegado a mi, si es que existe.





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Eran las tres menos cuarto de la madrugada y yo seguía mirando el reloj, los segundos bailaban delante mio y aunque te tenía al lado tumbado era incapaz de alargar la mano para tocarte, para darte una caricia como te las dí anteriormente.





"Da el primer paso con fe. No hace falta que veas la escalera entera. Basta con que subas el primer peldaño"
Martin Luther King.


1 de maig del 2011

Darkness.

La miraba recelosa desde delante del espejo. La mirada era la misma y ambas se movían al mismo ritmo cuando ella intentaba sorprenderla con gestos bruscos esperando un pequeño retardo que le enseñase que no eran la misma persona.

Aquella dentro del espejo tenia unos ojos maliciosos y su sonrisa era perversa, tenía un aire desafiante y se erguía allí delante como una de esas personas a las que nada las frena.
Ella tristemente se tocaba la cara y notaba su tersa piel mientras confundida quería estrellarse contra aquel objeto que le mostraba un reflejo de un ser monstruoso.

Y fue entonces cuando todo comenzó. Aquella horrible copia empezó a arañarse la cara, a golpearse en los brazos, se estiraba del pelo y se clavaba las uñas más y más en su propia piel, hasta hacerse sangre, hasta que hiciera daño, hasta que le doliera a las dos.
La otra inútil seguí allí delante, retorciendose de dolor pero incapaz de hacerla parar, sin poder apartar la mirada de aquella visión tan escalofriante.
Aquella había ido más allá, se abrió una brecha en el pecho, mientras supuraba toda aquella sangre tan oscura que parecían ríos de maldad, hundía la mano dentro buscando algo latente y por fin lo encontró. Y se lo arrancó.

Con el corazón en la mano la miro a ella y hizo la sonrisa más despiadada que jamás nadie podría haber hecho:
- ¿Y ahora qué? - le grito entre carcajadas sonoras que se estrellaban contra aquella superficie de cristal.

Ella miraba aquel corazón y alargaba la mano queriendo cogerlo de nuevo, volver a sentirlo tan solo suyo, pero su mano chocaba contra el espejo y era incapaz de atravesarlo como antes tranquilamente habría hecho.
Profirió un grito que resonó en todos lados y que hizo que aquella que habitaba el espejo la mirase perpleja, haciéndole así apretar aquel corazón aún con vida.
Ella se desplomo en el suelo con la cara girada hacia la terrorífica imagen, desde allí podía escuchar la angustiosa lucha de su respiración que se debatía entre expirarse o continuar.
- Vamos, levanta, se supone que sabes hacerlo, ¿no? - y volvía a reír.
Pero viendo que ella no se movía hizo un ademán de aburrimiento y tiró el corazón al suelo y dándole un fuerte pisotón que expulso gran parte de la sangre que aún almacenaba dentro le dijo:
- Me aburres, ya no vales ni para divertirme, quedate esto si es que sabes como recuperarlo de nuevo. - y como si de un balón se tratase chutó el corazón haciéndolo atravesar el cristal del espejo, este rodó hasta cerca del cuerpo tendido aún en el suelo.

Y aquella desapareció en un abrir y cerrar de ojos, pero el corazón seguía allí.
Cerca y lejos.
Cerca y débil.
Débil y roto.
Roto y suyo.
Suyo.


En un golpe de respiración alargó la mano, sin intención de llegarlo a coger, pero si pudiera rozarlo quizás...
Sus dedos se deslizaron por la tensa carne, y entonces la estancia quedo totalmente a oscuras.

15 de febrer del 2011

Sueños.

Los ojos de los niños cambiaban continuamente, pero ellos no se daban cuenta. Se oscurecian creando malvadas miradas que me acechaban, tanto como aquella mujer en la ventana, cuando quise darme cuenta sostenia un cuchillo en sus manos.
¿Que les pasa a esta gente? ¿Por que actuan así? Pero mis preguntas no tienen respuesta porque ni ellos son capaces de darse cuenta de lo diferentes que son cuando sus ojos se vuelven siniestros y negros.
Pero no todos eran así, había quien al mirarme sus ojos se tornaban rojizos y desprendian una fuerza increible, no conozco a nadie aqui pero todo me resulta familiar, como si en algún momento yo hubiera vivido con esta gente.






Nada es lo que parece Bryan.

2 de gener del 2011

Vuelve al camino... vuelve..

Se despertó perezosa debajo de aquel gran cerezo lleno de flores y tras echar un vistazo a su alrededor se dio cuenta de que su mochila había desaparecido.
Levantándose de un sobresalto comenzó a mirar por todos los lados, pero no conseguía avistar nada que le llamara la atención, solo campo y más campo vacío, sin ni si quiera una sola flor, y en medio de todo aquello, ella y aquel cerezo.

Aquella mochila la había comprado en una feria que viajaba por todo el mundo y que un día casualmente apareció en su ciudad. Allí los hombres eran muy altos y no miraban ese tipo de cosas, pero los niños como ella aún podían soñar con la magia y por eso los feriantes se dedicaban a hacer trucos y más trucos para estos. Entre los tenderetes la pequeña divisó una tiendecita de color turquesa donde había una señora apoyada sobre una gran barra de madera que ocupaba de lado a lado la entrada de la tienda. La niña temblorosa se acercó y sin poder pronunciar una palabra, aquella mujer empezó a hablar:
- Lo que andas buscando jovencita yo lo tengo justo aquí.
- Pero...señora... yo aún no he pedido nada. - Contestó la niña asustada, pensando que aquella mujer iba a quitarle las pocas monedas que su madre le había dado para los autos de choque.
- No, es cierto. No lo has pedido aún, pero en tu corazón lo veo facilmente. Tienes la fuerza de una guerrera pequeña y una guerrera no puede andar por el mundo sin un buen escudo.
- ¿Un escudo?¿Para mí?
- Sí, vendrán tempestades en tu vida, posiblemente batallas que tengas que librar tu sola, pero con el escudo que voy a darte, podrás vencerlo todo.
La pequeña tenía en su cabeza luchas inmensas contra dragones terroríficos que sacaban fuego por su boca, pero se sorprendió al ver como aquella señora le daba una pequeña mochila de color marrón, una libreta de flores y una pluma negra.
- Estos son tus escudos, con ellos debes luchar día a día.
- ¿Contra que podré luchar con estas cosas? Esto no vence a dragones, ni me deja luchar en mazmorras oscuras.
- No preciosa, claro que no. Pero si deja luchar contra la frialdad en la que estamos cayendo, frialdad en la que tan solo gente como tú podrá hacer que cuando alguien lea lo que tu has escrito sienta calidez en su corazón.
La niña muy confusa, sacó las monedas de su bolsillo, pero la señora sonrió y negó con la cabeza.
Cogió la mochila, la libreta de flores y la pluma negra y se marchó a casa.

Y así era como había encontrado aquel escudo que le iba a acompañar por el resto de sus días.

Fuera de este recuerdo, de nuevo en el campo, empezó a temblar y de sus ojos brotaron unas lágrimas tan espesas como el barro y sin embargo cristalinas.
- Lo he perdido, he perdido mis valores por no cuidarlos día a día.
- Eso no es cierto. - Dijo una voz muy tranquila y con leves notas agudas.
La niña empezó a mirar por todos los lados, pero no conseguía ver a nadie:
- ¿Quién anda ahí? - preguntó temerosa.
- Tú misma. - Contestó la voz.
- Eso es imposible...
- Tan imposible como haber perdido tu preciada libreta y tu pluma negra, así, sin más.
Las lágrimas seguían cayendo por la cara de la pequeña.
- Si tú eres yo, entonces debes saber que ha pasado con mis pequeños tesoros, pues tienes pinta de saber muchas cosas.
- Claro que lo sé, yo te lo diré. Te olvidaste de ellos y desaparecieron, así, sin más.
- Pero... había tenido muchas cosas que hacer y...
- Nadie va a juzgarte por ello, todo el mundo tiene cosas que hacer cada día de su vida, pero también todo el mundo decide que hacer a cada momento.
- ¿Crees que decidí no utilizar más la pluma sobre aquellas hojas de un suave dorado?
- Creo que algo hiciste mal, pues todo desapareció...
- Así, sin más. - Concluyo la niña con un tono de voz algo irritado. - ¿Cómo podré recuperarlo?
- Volviendo al camino pequeña, volviendo a tu camino.

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"A veces no los entiendo, sobretodo cuando dicen algo difrente a lo que estan pensando"
Adam.