21 de març del 2012

Cap. 11. La cuesta arriba siempre nos hace retrasarnos.

La familia es uno de los puntos más importantes que deberíamos conservar el mayor tiempo que se pueda, debería ser un gran reto, quizás de esa manera al provocarnos lo tomariamos más en serio.

Sin embargo eso no lo sabemos hasta que hemos notado la perdida, hemos sufrido por ellos o simplemente los hemos echado de menos, pero vale más tarde que nunca. 

¿Qué apreciamos? ¿Qué somos capaces de conservar en los momentos más críticos?
En este caso fue algo muy simple, una foto. 

Todo debía ser niebla en su cabeza, las habitaciones giraban sin sentido y no encontraba una salida para el laberinto en el que sin pedirle permiso le habían lanzado de lleno, habían también ruidos, voces, miraba las caras y ya no lograba reconocerlas, ¿quienes eran? ¿por qué le miraban de aquel modo tan preocupante?
Y entre todas esas miradas, solo una, aquella mirada, la que le hizo detenerle y mirar directamente a los ojos de aquella persona, mirarle con ese aspecto de estar dejandose llevar y a la vez reivindicar la presencia.
Reivindicar el sigo aquí en este instante, yo y mi vida, mi vida y mis historias, mis historias y mis luchas, sigo aqui ahora. 
Sin saber como ni cuándo, entre maletas que salen disparadas por un viaje inoportuno de vuelta a casa, una cartera se guarda dentro de una bolsa, horas más tarde esa cartera vuelve a aparecer, con prisas, con nervios de creer haberla perdido en el trayecto.
En ella, una foto.
Si volviera a tener aquella mirada delante mio algún día, estoy segura de que sería capaz de decirte que no importara jamás lo perdido que estés, no importara jamás lo lejos que te encuentres, lo desesperado que te sientas o lo rápido que corra todo, tu presencia junto a la mía se hará eterna y eternamente permanecerá como en una fotografía dentro de la gran cartera que todos llevamos siempre...nuestro corazón.
A. Va por ti.