3 de novembre del 2010

De rosas y espinas.


Se dedicaba cada tarde a coger una rosa de aquella pared. Y cada tarde se llenaba sus manos de sangre con cada una de las espinas de aquellas flores que simbolizaban el amor y el dolor.

- Tú, que tienes el control de todo esto, que has seguido cada movimiento desde la oscuridad, aún creyendo que no sabía que estabas ahí. Tú, maldito espía de mis latidos, te has reído de cada paso dado en este camino y has cantado al sol canciones de esperanza cuando sabíamos que ya no quedaban pasos que dar.

Aquellas palabras brotaban de sus labios día tras día frente aquel rosal que cubría la negra puerta forjada de hierro tan denso y pesado como su desesperación.
Un día de invierno, al llegar junto a la puerta, las hojas de las rosas empezaron a caer al suelo, levantando la vista se dió cuenta de que la puerta había cedido.
Podría entrar.
Podría conseguir lo que tanto había anhelado.





¿Lo quieres de verdad?

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