9 d’octubre del 2011

Cap. 5 Montaña rusa.

En muchas ocasiones vemos como nuestra vida se escapa entre nuestros dedos, como si de granitos de arena diminutos se tratase, como si cada segundo vivido fuera una gota de agua resbalando por un enorme vaso que intentamos llenar con gran esmero.
Cuando fracasamos, cuando nos cansamos y simplemente nos rendimos, ¿donde van a parar todos los granitos amontonados o todas aquellas gotas desprendidas? Por favor, si lo sabes dímelo.

Nunca solemos recordar con claridad aquellos intervalos temporales entre las cosas que creemos importantes para nosotros, sin embargo jamas olvidamos aquella sonrisa, aquella frase dolorosa, aquel beso eterno, aquel abrazo caluroso, aquel llanto desesperado, ni aquel amor incalcanzable.
De esta manera puedo decir que jamás lograré olvidar los días en los que, como hoy, me he sentido totalmente perdida en un camino que había escogido, y es que muchas veces aún cuando decidimos el rumbo nuestra vela ondea con golpes de viento que no esperábamos y es así como llegamos a cuestionarnos si elegimos bien.

Pero, ¿de que tenemos tanto miedo?, ¿de que tengo tanto miedo?
¿De sentir?
¿De desprenderme de esta pesada armadura?
Posiblemente.

Creo que pagaría por tener a alguien contratado que en cuanto me sintiera algo mal viniera a abrazarme, en serio, si fuera rica lo inventaría.
¿Por qué es tan difícil simplemente disfrutar de la vida? Una se siente tan ridícula cuando no sabe como sobrevivir a si misma, cuando se da cuenta de que pone demasiada atención en sus propios movimientos y que jamás descarta un momento para criticarse aquello en lo que se equivoca.
Pero, ¿y si de repente sonase una canción que hiciera que el alma volviera a ponerse en pie?
No necesita ser una canción perfecta, quizás incluso sin letra, tampoco tiene que ser una canción con mucho ritmo, puede ser incluso una repetición de un sonido, solo una canción que me despierte.

Me vale con que tan solo la tararees, me vale incluso con un abrazo tuyo.

6 d’octubre del 2011

Cap. 4 Esto no es vida.

Me pregunto cuantas veces somos capaces de sentirnos inútiles.
Quizás por una llamada que no nos llega, por un rechazo en un trabajo, por unas palabras que no logramos decir...
¿Y cuanto cansancio somos capaces de acumular? ¿Siempre tendremos tantas dudas?

Había caminado tanto esta tarde que al llegar a casa había dejado de sentir mis piernas, pero mi cabeza iba a mil por hora y no podía dejar de pensar en esas preguntas.
Tras mirar pateticamente mi móvil por tercera vez desde que entre por la puerta me di cuenta de que eso era ridículo, me di cuenta de que nadie puede vivir constantemente alerta, quizás solo porque cuando uno no necesita estarlo ya no puede cambiar el chip y puede romper cosas que no debe.

Estoy algo cansada de escuchar esas típicas frases de mierda que suelen decir:
- Si tienes que tener ese puesto, te llamaran cuando menos te lo esperes.
- Si tiene que ser para ti, volverá.
- Deja esto fluir, seguro que te sorprendes viendo lo que pasa.

Pero dios mio, si ese puesto es mio me habrían llamado cuanto antes.
Si alguien te quiere no necesita volver, simplemente se queda allí.
Y una no puede sorprenderse con lo que pase si no se dedica a construir un poco el camino.

Y entonces es cuando decidimos que hemos tenido bastante y que nos toca ser felices, miramos a nuestro alrededor y si en tu caso estas en la habitación como yo, empiezas a pensar que quieres cambiar cosas, que quizás haces un cambio de look y que mañana vas a empezar con una nueva manera de pensar, pues...
¿sabes que te digo?

Que tienes mi apoyo y que voy a hacer lo mismo.