1 de juny del 2010

Cuando nos damos cuenta de lo que ya sabíamos.


De las manos que nos rodean, los corazones que laten por nosotros, las verdades que escuchamos n el día a día, las mentiras de los vecinos, las risas de los niños del parque y las lágrimas de la persona a la que le rompieron el corazón.

Todo esto, forma la vida.
Y si ya lo sabíamos. Pero aun así, dejamos que muchos de estos momentos se nos escapen, ¿por que? miedo, miedo a vivirlo.




Pero entonces me alce y dije: prefiero haberlo vivido, prefiero vivir así.

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No nos habíamos visto desde hacia un par de años, yo estaba temblando en el anden de la estación. ¿Como iba a saludar? eso era un misterio. Quizás un beso en los labios, quizás un simple abrazo o incluso un estrechamiento de manos sería suficiente.
Bah, ¿pero que estaba diciendo? Yo sabía suficientemente bien que a una persona a la que se le ha dado medio corazón (puede que más) no se le puede saludar con un estrechón de manos.
Miraba el reloj constantemente, como si eso hiciera que el tiempo pasara más rápido.
Como una estúpida empecé a inventarme conversaciones que podría tener:
- Cuanto tiempo, ¿como estas?... no, no, no.
No se le puede decir "como estas" a alguien que se fue porque quiso sin decir si quiera un adiós.
- ¿Como te ha ido todo este tiempo? ¿que has hecho con tu vida?... no, no...
No se le puede hacer un interrogatorio a alguien que jamás te dijo que pasaba por su cabeza.

Tardé demasiado, cuando quise darme cuenta él ya estaba caminando hacia mi. Creo que empecé a sudar, puede que también temblase, pero cuando llego justo delante de mi hice algo que jamás habría pensado que haría.
Le dí una bofetada.
- "Te dejo aquí mi corazón" me dijiste cuando te llamé por teléfono tras haberte buscado por toda la ciudad, te dejo aquí mi corazón. No lo quería, no lo quiero ahora, no me sirve de nada si tu no estás con el. No me sirve de nada si al levantarme no puedo abrazarte y sentirme viva. No me sirve de nada si cuando me duermo tus ojos no son lo ultimo que veo.
Nos quedamos mirándonos fijamente, la marca de mi mano en su cara cada vez se hacía más notable, me dí cuenta de ello y los ojos se me empezaron a llenar de lágrimas, me abrazó.

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