16 de desembre del 2009

Nadie se dio cuenta.

La verdad es que no vi ninguna pistola, ni una bala que cruzara el aire. Lo cierto es que no escuche ningún disparo, ni se derramo sangre alguna. Pero yo la miraba y estaba segura de que le habían disparado.
Se mantenía de pie en medio de la calle, miraba hacia un punto fijo y al seguir sus ojos vi a un chico que se alejaba. Eso lo confirmo todo. Yo continuaba mirándola curiosa y me daba cuenta que para ella no había nada mas delante que no fuera el. No se movía, yo pensaba que ocurriría si se quedaba ahí quieta por mucho tiempo pero ella no se nada cuenta, ni la gente de alrededor tampoco, caminaban y ni la veían. Pero yo si la vi. De pie allí delante desafiando el dolor, sin dudarlo, imaginaba esa bala invisible penetrando en su pecho, cada vez mas profunda.
De golpe ella se movió y puso su mano sobre el pecho, encima de el corazón y lo único que pudo decir fue un gemido. Un grito de dolor. Empezó a llorar casi seguido. Yo miraba a aquel chico que ni se daba la vuelta y me daban ganas de ir a buscarle. De decirle: ¡Mira lo que estas haciendo!, pero mis piernas seguían quietas y tan solo observaba la escena. También pensaba que si ella quisiera podía llamarlo, gritarle, pedirle que volviera. Sin embargo allí estaba esa chica herida de una bala en el corazón, llorando a mares y sin decir una sola palabra. El entro en un bar y fue entonces cuando ella bajo la cabeza, vi como se movía lentamente. Muy lentamente. Se giro sobre si misma y al levantar su cabeza, sus ojos buscaban desesperadamente a alguien que le estuviera mirando, preocupandose por ella, alguien que fuera capaz de consolarla.
Trataba de caminar hacia a algún lado, se movía torpemente y su cara estaba completamente descompuesta. Su mano seguía encima de su pecho. Yo sentía que la bala cada vez se hundía mas y mas dentro de aquel corazón ahora desorientado.
Entonces nuestras miradas se encontraron y empecé a correr hacia ella.
Ella continuaba llorando y se tiro de rodillas al suelo agarrándose el corazón fuertemente.
Llegue hasta allí y me agache para abrazarla. Pero mis manos la traspasaron, volví a intentarlo cerrando los ojos fuertemente.


Cuando abrí los ojos de nuevo estaba de rodillas en el suelo con la cara llena de lágrimas y en mi mano derecha,encima de mi corazón, solo había sangre.





Alguien me había disparado en el corazón, aunque no había bala, ni pistola, ni nadie había oido ningun disparo.

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