6 de desembre del 2009

La puerta y las paredes.

Yo siempre he querido un balancin en mi patio de madera. De esos en k la gente pone mirando a la calle para chafardear. Y jamas pondré una mesa de te delante porque eso es inútil, hace de el balancin algo incomodo y no t permite columpiarte cuanto quieras.
También siempre he querido una mesita al lado de la entrada y prohibire poner jarrones encima porque acabara rompiéndose un día porque pondré el correo allí.
Tampoco quiero esas estanterías que tienen miles de copas dentro. Cuando intentas lucirlas continuamente y nadie las miras, entonces piensas que las usaras para navidad pero acabas poniendo los vasos normales de cada día.
Siempre me ha incomodado que todo el mundo ponga figuras en el comedor cuando después no te dejan jugar con ellas. No soporto las fundas de los sofás que no te dejan sentir lo blandos que son los cojines. Tiraría cada uno de los manteles que ponen encima de las mesas del comedor para poner algo de adorno encima, es irritante tener que quitar todo eso para poner la mesa al comer. Mentiría si digo que me gusta la alfombra de la entrada de casa cuando me parece un insulto que nada mas llegar te digan: ¡eh! vas sucio, limpiate los pies.
Nunca vi bien esos padres que decoran la habitación de sus hijos como quieren pensando que a ellos les gustara. Así que mi habitación tenia paredes blancas. Era extraño, eso decían todas mis amigas, ellas tenían dibujos, pegatinas y las mías eran blancas. Mi mejor amiga y yo habíamos pensado que cuando algo nos importara de verdad lo pondríamos en mi pared.
Porque seria importante y eso debía quedar grabado en alguna parte.
Así que pasábamos los días seleccionando y descartando cosas. Muchas de las niñas de el colegio me daban dibujos, fotos, posters... pero ninguno era lo que esperaba. Me pasaba horas delante de la pared mas grande de mi habitación tan solo mirándola.
Un día mi madre entro y se sentó a mi lado:
- ¿Que haces? - me pregunto.
- Miro la pared y busco algo importante que poner.
- Vaya, eso debe ser un trabajo duro.
- Es que no encuentro nada.
- Deberías empezar por la puerta.
- ¿La puerta?
- Claro, la puerta debería tener las cosas que mas te gusten, como si fueras tu y las paredes serian lo que hay dentro de ti.
Así que mi madre y yo pintamos la puerta. Al principio no sabíamos que poner. Finalmente dibujamos una montaña, ella iba a dibujarme arriba y yo le dije que no.
- ¿No quieres estar arriba?
- Quiero llegar arriba.
Ella abrió los ojos de par en par, después sonrió y me dibujo al pie de la montaña. Entonces pensamos que debíamos poner algo en la cima pero no se nos ocurría nada.
Fui al colegio a contarlo y todas mis amigas me decían cosas diferentes: una muñeca, una casa, un perro, un caballo, una bicicleta, una pelota, un arbolito, un arco iris...
Volví a pasar días y días sentada delante de la puerta sin saber que poner en la cima de la montaña. Un día cabreada cogí el pincel y subiendome en una silla me volví a dibujar en la cima de la montaña. Cuando acabe mi obra mire la puerta enfadadisima y recuerdo que pensé: "que diferentes son la una de la otra, ha quedado horrible" así que recogí todo y me fui al comedor.
Pasaban los días y cada vez estaba mas enfadada con la puerta. Llegue a darle patadas en alguna ocasión. Decidí dedicarme a las paredes de dentro. Sin darme cuenta todo se lleno de dibujos con mi nombre, fotos de mis amigos y familiares. Algún poster del cantante que me gustaba. Y un día, cuando habían pasado varios años y mi madre acababa de darme la noticia de que íbamos a mudarnos volví a sentarme delante de la puerta.
Fue entonces cuando lo comprendi todo.
Había crecido, había llegado a la cima de aquella montaña.
Me levante, abrí la puerta y entre en la habitación y todo lo que encontré allí era "yo".
Mi mundo, mis cosas, mis sentimientos y finalmente mis emociones.
Poco tiempo después me marche de aquel piso y posiblemente los nuevos dueños hayan pintado todo aquello. Pero la idea de la puerta y las paredes quedo siempre dentro de mi.
Fue entonces cuando me prometí no rendirme NUNCA.


Cuando nazcan mis hijos les enseñare esto.
No dejare que se rindan jamas.
















Un beso a todos.

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